UPV, 27/06/11, Samuel
Tras una mañana algo accidentada, con un episodio que ahora mismo no puedo relatar en el que está incluido un amigo mío, su moto y un casco invisible, he conseguido llegar, a la hora exacta, alhall de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicaciones.
Una breve introducción de nuestros profesores a cargo de Carmen Bachiller, seguida de una charla sobre las prácticas que desarrollaremos esta semana, ha servido de antesala perfecta a la mañana que hemos disfrutado en el día de hoy.
Música, informática, medios de comunicación, trabajo… todo ha tenido cabida en las cuatro horas que hemos compartido este mediodía. Empezando por una visita por las dos escuelas (hay dos, la «nueva» y la «vieja», ambas situadas en dos edificios adyacentes y conectadas entre sí) donde hemos visto el trabajo que están llevando a cabo unos alumnos de Bellas Artes (el cual consiste en un mural pintado por ellos sobre los medios de comunicación) para pasar, al fin, a empezar con las prácticas.
El profesor que nos han asignado, Carlos, ha querido que antes de dar comienzo con las actividades nos fuéramos a tomar un almuerzo en una cafetería de la Universidad. Con él hemos estado hablando sobre nuestros «planes de futuro» y varios asuntos más extraoficiales…
Después de recoger en su despacho varias mochilas con los equipos que íbamos a utilizar, hemos entrado a nuestro aula… una maravilla. Comparada con cualquiera que he visto hasta ahora, es una clase que las deja en pañales en cuanto se refiere a uso de nuevas tecnologías o el espacio. Así, tras probar la pizarra electrónica, Carlos nos ha empezado a enseñar sus «aparatitos»: desde un theremin, pasando por una Nintendo DS con el juego «Electroplankton», hasta un moderno iPad. Su funcionamiento, la historia del aparato en cuestión, su creador, personas que han innovados con los mismos… Una clase intensiva sobre los «instrumentos de música electrónica» más importantes desde 1919 (fecha en que se inventó el theremin).
A las dos menos diez, Asier, nuestro «servipoli», nos ha acompañado hasta «La VellA» (no sin antes echarnos la bronca por la tardanza que Carlos ha creado por sus «largas e intensas» explicaciones). Un comedor enorme, con más de cien personas en su interior, nos daba la bienvenida a la vez que nos invitaba a comer dos platos más un postre en alguna de sus múltiples mesas. Buena comida, asientos cómodos y mejor compañía han sido los ingredientes principales de nuestra visita.
Por último, hemos estado en la sala de informática de la escuela, desde donde estoy escribiendo esta entrada para que cualquiera la pueda leer. Puede que «mis lectores» no lleguen a ser muy numerosos, pero al menos los que lo sean, sabrán que la UPV es un gran lugar para pasar los cinco años (como mínimo) de estudio que servirán para ser alguien el día de mañana… o por lo menos, no morir de hambre.
En veinticuatro horas volveréis a leer algo sobre el día a día en este Praktikum… o no.
«¡Hasta el infinito y más allá!»… ¿Qué te llevarías allí?
NOTA: Todo lo escrito anteriormente no ha estado manipulado por nadie relacionado con la UPV o, en su defecto, por la Conselleria d’Educació. Todo parecido con la realidad, puede ser meramente casualidad.