Cuaderno de bitácora: Día 3

«PiPi»… «PiPi»… «Ummm. Ya son las ocho menos cuarto…». Cada día me cuesta más levantarme. La realidad es que he pasado de despertarme a las doce para pasar a hacerlo cuatro horas antes. Puede que ahí esté la razón… o no. Carlos no estuvo explicando con un par de ejemplos, la cantidad de variabilidad que existe en la vida. Partiendo de la premisa de que un esquiador quiere descender por una colina, nos preguntaba cual era la mejor forma de hacerlo. «Buscando la mayor pendiente» recuerdo que respondió Marina o Héctor. Nuestro «tutor» se quedó callado durante unos segundos con su característica sonrisa y su mano tapándose la boca. «Pero, ¿has tenido en cuenta la altitud? ¿Y  las curvas o surcos que hay en la nieve? ¿O la pequeña piedra que está en medio de la bajada?»…

Cuando quedaban ya sólo tres o cuatro paradas para llegar al final del trayecto de la línea 40, una chica joven subió al autobús y, viendo que no había ningún sitio libre más que el que estaba junto a mí, no le quedó más remedio que sentarse allí. Al momento, abrió su mochila y de ella sacó unos cuantos folios de lo que parecían ser apuntes para un examen o trabajo. Se le notaba algo nerviosa, repasando una y otra vez, aquellos hojas repletas de palabras y dibujos que no alcanzaba a entender. De pronto llegamos a la última parada. Ella estaba tan concentrada en su repaso que no se había dado cuenta, y cuando se percató y se bajó del autobús, creí escuchar algo así como «Uy, si ya hemos llegado». Lo cierto es que espero no tener que llegar a estar en esa situación. No tengo nada en contra de la chica, pero no quiero tener que estudiar en verano para… recuperar.

Al final llego a la sala de imagen y sonido. Como siempre, Carlos nos recibía con su habitual sonrisa. Unas cuantas cajas esperaban a ser abiertas y descubrirnos su contenido. La «vena radiofónica» parecía haberle poseído, ya que lo que había dentro era un equipo de mezclas y un micrófono. Mesa de mezclas, 231 euros. Portátil, 599 euros. Cables de conexión de audio, 6 euros. Disfrutar de la experiencia que supone el grabar nuestra voz, editarla y echarnos unas risas con los resultados, no tiene precio.

Después de hacer un ratillo el tonto, Carlos se puso a darnos otra de sus charlas. Esta vez tocaba aprender y comprender el concepto de contribución en Internet. Uno de los ejemplos que nos dio fue el de un proyecto llamado WolframAlpha. Básicamente, consiste en una web 2.0 en la que aplicando la fórmula de la Wikipedia, podemos encontrar y averiguar los datos de cualquier cosa imaginable. ¿Buscas las fórmulas de las derivadas de la cosecante? ¿Necesitas afinar con el «do central»? ¿Quieres comparar las películas de Chaplin y Santiago Segura? WolframAlpha es tu solución.



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